El 3 de marzo se conmemora el Día Mundial de la Escucha. Esta fecha fue establecida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para difundir los pormenores sobre la sordera, la pérdida de la escucha y el cuidado del oído. Existen amplios temas sobre el oído y la escucha, por ejemplo, hay enfermedades genéticas que afectan a esta estructura y su sentido, pero también existen enfermedades transitorias que pueden mermar el sentido de la escucha y a los órganos que componen este sistema. En esta ocasión, pondremos lo genético a un lado, al menos por un rato, y nos centraremos en una causa transitoria de problemas en el oído, la otitis o inflamación del oído. Puede que no pienses mucho sobre este grupo de enfermedades, pero si eres un padre o una madre, seguro sabes que pueden ser todo un reto, porque si algo pone de mal humor a un niño pequeño o a un bebé y lo hace berrear a todo pulmón y continuamente, es la otitis. Ni creas que te vas a salvar de una otitis mientras eres padre, es de las enfermedades más comunes en niños y la causa de sordera más común en el mundo. Así que si tu bebé o niño llora, no parece comunicarse bien, la escuela le cuesta y no parece hacer caso, es posible que estés ante una otitis.
A grandes rasgos existen dos tipos de otitis, la externa y la media. La otitis externa es bastante dolorosa y la podrás notar en tu hijo porque su oreja se verá roja y si le mueves el lóbulo posiblemente se queje por el dolor. Esta otitis es el resultado de una infección en la piel de la oreja. La piel del oído se extiende desde la oreja hasta el canal que lleva al tímpano. La infección suele ocurrir por agua, es más, se le llama también oído del nadador, pero también puede presentarse por un daño causado al utilizar un cotonete, rascarse, meterse algo al oído o incluso por mucho cerumen, ese sebo amarillo de la oreja. Estas circunstancias antes mencionadas favorecen el crecimiento e invasión de dos bacterias bastante comunes, el Estafilococo aureus, que suele vivir en nuestra piel, y la Pseudomona aeruginosa, una bacteria que habita en el agua. Sin embargo, aunque molesta, no es la otitis que causa sordera en los niños, pero vale la pena conocerla. Su tratamiento suele ser antibióticos en gotitas, el niño ni siquiera tiene que consumir medicamentos, ya que estos son óticos (que se aplican en el conducto auditivo). Estas gotas aliviarán la otitis externa en 7 días en casi todos los casos.
Ahora bien, el tema central, la otitis media. Este grupo de enfermedades sí que puede poner a un niño de mal humor y a un padre también. Es más, puede poner a todo un avión en estado de desesperación. Seguro alguna vez has sentido el cambio de presión en tus oídos, ya sea en un avión o en la carretera, es lo que se le suele llamar el oído tapado. Nosotros los adultos no solemos sufrir tanto, con tragar un poco de saliva, mascar chicle o bostezar suelen destaparse, hacen pop y todo vuelve a la normalidad. Sin embargo, a los niños pequeños y a los bebés no les es tan fácil y pueden llorar todo el camino. Te preguntarás, por qué pasa esto. Para comprender e incluso empatizar con los niños y bebés en los aviones, debemos conocer un poco la anatomía del oído.
El oído está compuesto por tres partes, el oído externo, el oído medio y el oído interno. El externo, como ya te dije, es lo que nosotros vemos, la oreja y el canal externo, que lleva hasta el tímpano, el cual es una membrana que separa al oído externo del oído medio. En el oído medio hay tres huesecillos, llamados martillo, yunque y estribo. El trabajo de estos huesecillos es vibrar para pasar estas vibraciones al oído interno. Dentro del oído interno, existe otra estructura muy importante llamada trompa de Eustaquio, de la cual hablaremos pronto. Finalmente, los huesecillos conectan con el oído interno, que tiene al órgano vestibulococlear, que en realidad, es la combinación de dos estructuras, el vestíbulo, que nos permite mantener el equilibrio, y el órgano coclear. Este órgano es como un caracol y contiene unas células que detectan vibraciones y nos permiten oír. Dichas células están organizadas por frecuencias. Las que detectan sonidos agudos están primero y las de sonidos graves al final. Estos dos órganos finalmente se conectan al nervio vestibulococlear, que permite mandar información al cerebro para elucidar los sonidos y darles un sentido.
Aquí puedes observar la anatomía del oído. En gris verás al tímpano, conectado con tres huesecillos, que a su vez conectan con el órgano vestibulococlear, el cual se ve de color morado. El caracol es la cóclea, que permite escuchar. Los tres arcos son el vestíbulo, que permiten mantener el equilibrio. De azul claro, al final, verás el nervio vestibulococlear que sube hacia el cerebro.
Volviendo al oído medio, espero que recuerdes a la trompa de Eustaquio. Tal vez te sorprenda saber que esta estructura conecta al oído con tu nariz. Por lo general, este tubo está cerrado, pero se puede abrir para dejar pasar aire al oído y así igualar las presiones entre oído externo y el oído medio. Esto permite que el tímpano no quede abombado e inútil y pueda vibrar. Cuando volamos en aviones, la presión cambia y hay más presión externa que interna, por lo que el tímpano se “mete”. Al tragar o bostezar se abre el tubo de Eustaquio, entra aire y se igualan las presiones. Maravillosamente, a continuación, el oído se destapa porque el tímpano vuelve a su lugar. Ahora sigue la parte donde empatizas un poco con los niños pequeños y los bebés en los vuelos. Las trompas de Eustaquio son diferentes en niños pequeños; en los adultos esta estructura tiene un ángulo de 45 grados y es más vertical que horizontal, mientras que en los pequeños el ángulo es de 10 grados y es casi horizontal. Este cambio hace que los peques no puedan destapar sus oídos fácilmente, ya que es difícil mover el aire. Dado que no igualan presiones, su oído se siente lleno, inflamado y tienen sordera transitoria. Así que cuando lloren los bebés en tu vuelo, respira y entiende que no lo pueden controlar, su oído está tapado y es muy molesto.
Ahora entendemos más a los niños pequeños, pero falta aprender más. Ya que entiendes cómo es la trompa de Eustaquio infantil, entenderás la otitis media. Hay muchos tipos de otitis media. En términos básicos, se pueden dividir por tiempo, aguda cuando acaba de empezar o crónica cuando simplemente no se cura y persiste por más de tres meses. Luego puede ser con efusión o sin efusión. Efusión se refiere a la presencia de fluido o moco en el oído medio a causa de una infección. Finalmente, queda efusión de oído medio que es similar a una otitis con efusión, pero difiere en que el oído medio carece de una infección, simplemente el oído tiene líquido dentro. La otitis media es muy común en niños debido a la trompa de Eustaquio casi horizontal, que además de regular mal las presiones, permite que se atasque o estanque el moco, sobre todo, durante una infección respiratoria. Además, si eres madre o padre, sabrás que los niños pequeños sufren muchas infecciones respiratorias, porque se juntan con otros niños y se infectan y porque su sistema inmune no es tan bueno, está comenzando a aprender. No todas las infecciones respiratorias terminan con otitis o efusión del oído medio, pero esa trompa de Eustaquio horizontal aumenta las posibilidades de que ocurra. Cuando el moco se atora en el oído medio, éste empuja el tímpano hacia afuera y le quita movilidad, por ello se pierde la escucha. Además, es muy molesto, ya que se siente el oído lleno y tapado.
Los niños pequeños y bebés tienen una trompa de Eustaquio más horizontal, por lo que regulan mal la presión de su oído. Además, es más fácil que su trompa de Eustaquio se tape con moco durante una infección.
Existen dos tipos de pérdida de escucha, la conductiva y la sensorial. La sensorial se refiere a los nervios, que se pueden dañar. Mientras que la conductiva hace referencia a problemas en la transmisión de ondas sonoras. La sordera causada por la otitis media o la efusión del oído medio, es del tipo conductiva, ya que el tímpano se “mete” o se “sale”, queda abombado y no vibra con el sonido. De esta manera se evita que las ondas sonoras o vibraciones lleguen a las células sensoriales. Es muy probable que no notes el problema en tu pequeño porque la otitis media y la efusión no suelen doler, ¿son molestas?, sí, pero no duelen, no dan calentura y no hacen que un niño pequeño se sienta del todo mal. Sin embargo, siempre es bueno considerar una visita al pediatra si un pequeño o pequeña no parece responder a nuestra voz, tiene problemas de lenguaje, no está aprendiendo a hablar, le está yendo mal en la escuela, parece irritable, no sigue indicaciones o quiere ver televisión y escuchar los aparatos electrónicos con alto volumen; todos estos son síntomas de sordera y la causa más común es una otitis media. Sobre todo, considéralo si empezó a cambiar el comportamiento después de una infección respiratoria. Es posible que tu hijo simplemente tenga tapado el oído y lleve un rato así. Un médico podrá ayudarle a abrir la trompa de Eustaquio y te enseñará a limpiarla para que salga todo el moco de ahí y así tu niño vuelva a escuchar bien.
Problemas de atención, comportamiento y lenguaje están ampliamente ligados a la escucha. La otitis media es la causa más común de sordera, sobre todo, en niños y es muy tratable, por lo que al notar estos comportamientos habla con tu pediatra para ver el oído de tu pequeño.
Referencias
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