La última vez, comenzamos a ver a los virus de la hepatitis para aumentar la difusión, información y prevención de estos virus. Esto por ser el 28 de julio, que es El Día Mundial de la Hepatitis, una fecha de la OMS y de las más importantes, porque es una de las 11 campañas sobre salud pública GLOBAL. En el blog anterior vimos a los virus de la hepatitis A, que da una enfermedad aguda y que se siente fatal. También discutimos el virus de la hepatitis B, un patógeno que puede no causar tantos síntomas como la hepatitis A, pero con la habilidad de quedarse por un largo tiempo en el hígado causando problemas crónicos. Las buenas noticias es que ambas enfermedades tienen vacuna, por lo que son altamente prevenibles. Esta vez veremos a los demás virus de la hepatitis, que incluyen a C, D, E y G. Si no leíste el primer blog te recomiendo que lo leas, porque te va a permitir entender mejor a estos virus. La hepatitis A, B y C son las más importantes, de las que más sabemos y son la base para entender otros virus de hepatitis.
Hepatitis C
La hepatitis C es de la familia flaviviridae. Los virus más famosos de esta familia son el virus del Zika y el virus del Dengue. De los tres principales virus, es posiblemente el más peligroso, por el simple hecho de que el virus es tan variable que no tenemos una vacuna. Al carecer de una vacuna, todos estamos a merced de este maldito bicho. Similar a la hepatitis B, el virus de la hepatitis C es capaz de hacer una enfermedad crónica en el hígado. A diferencia de la hepatitis B donde las personas inmunocompetentes vencen la enfermedad, la hepatitis C es más difícil. Se calcula que sólo 15% de quien lo padece, logra vencer el virus, los demás viven con él.
Aunque el virus de la hepatitis C se puede encontrar en casi todos los fluidos corporales, no suele contagiarse por vías con contacto de fluidos. En realidad, el virus de la hepatitis C es una enfermedad de transmisión sanguínea y es la más común. La hepatitis C se contagia, principalmente, por compartir agujas o por transmisión sexual si hay heridas durante el coito. Puede contagiarse de madre a hijo durante el nacimiento, pero eso es raro. Así que tenemos suerte de que no sea un virus tan contagioso.
La hepatitis C es un virus silencioso tanto en síntomas como para el sistema inmune. La mayoría de las personas infectadas no tiene síntomas y cuando los hay, son similares a los de la hepatitis A donde hay dolor abdominal, fiebre, mialgia (dolor muscular), náusea, vómito, anorexia, fiebre y orina negra con heces blancas. En otros casos, las personas pueden sentir malestar general, pero nada específico. Es más, pareciera que el sistema inmune no hace nada por controlar la infección. Las respuestas de los linfocitos son pobres. Los linfocitos T CD4 sí reconocen un riesgo, pero no montan toda una guerra. Los linfocitos B hacen anticuerpos en algunos casos, pero no logran contener al virus. Los linfocitos T CD8, que deberían matar células infectadas, deciden no hacerlo. En su lugar, el virus hace enojar a una célula llamada célula de Ito. Esta célula tiene el trabajo de guardar vitamina A y pareciera que no tiene nada que ver. Sin embargo, ante daño crónico, la célula de Ito se enoja y se transforma en una célula miofibroblástica. Esta célula hace mucha fibrosis (cicatriz) y empieza a ocupar el lugar de los hepatocitos.
La fibrosis del hígado es conocida como cirrosis. La cirrosis es como una cicatriz que causa muchos problemas, no sólo en el hígado, sino en todo el cuerpo.
Ya hablamos de lo que ocurre cuando se fibrosa el hígado. Hay desnutrición porque el hígado no puede repartir energía, hay cambios vasculares porque la sangre se encharca y se sale el agua de los vasos y el cuerpo no se puede detoxificar. Adicionalmente, el hígado es un productor de muchas proteínas, algunas inmunes, otras cargan sustancias para transportarlas, unas más permiten coagular la sangre y otras mantienen la presión en los vasos, por lo que la pérdida del hígado afecta a todo el cuerpo por falta de proteínas importantes. Al igual que la hepatitis B, la hepatitis C puede causar carcinoma hepatocelular, un tipo de cáncer bastante agresivo. El cáncer ocurre porque células en constante inflamación son más propensas a equivocarse y volverse malignas.
La hepatitis C no tiene vacuna, pero si tiene tratamientos que ayudan a tener la menor cantidad de virus posible. Lo mejor es cuidarse, no compartir agujas y usar protección durante los actos sexuales para no contraer al virus de la hepatitis C. Ser precavido es la mejor apuesta porque recuerda, este virus no se suele ir del cuerpo. La hepatitis C una vez que entra no se va hasta destrozar el hígado. Si te llegarás a infectar, consulta a tu médico y toma tus medicamentos para prevenir demasiado daño a tu hígado.
Hepatitis D
La hepatitis D es un deltavirus y es un virus muy peculiar. Se conoce como un agente subviral, lo que significa que necesita de otro virus para replicarse. En el caso de hepatitis D, este virus necesita que haya hepatitis B para replicarse, lo que lo vuelve un virus muy curioso. Aunque necesita al virus de hepatitis B, este virus no se encuentra en la misma geografía que el virus de la hepatitis B, todavía más extraño. La hepatitis D es otro virus que se transmite por sangre. Compartir agujas y transfundir sangre sin analizar, son las principales formas de adquirir este virus. Aunque durante el coito puede haber micro heridas, el virus de la hepatitis D no parece ser contagioso, aunque hay casos de transmisión sexual. La hepatitis D causa lo que se conoce como una superinfección. Este estado empeora el estado del hígado, llevando a la falla hepática. Por lo que la coinfección es peligrosa por su capacidad de causar falla hepática rápidamente. No existe vacuna ni tratamiento, pero la buena noticia es que como la hepatitis D necesita al virus de la hepatitis B para vivir, la vacuna de la hepatitis B te protege. Sin hepatitis B no hay hepatitis D, por lo que la vacuna de hepatitis B es un 2 por 1 y deberías ponértela.
Dado que el virus de la hepatitis D necesita al virus de la hepatitis B para sobrevivir, la vacuna de la hepatitis B te protege de dos virus.
Hepatitis E
Muchos estudiantes y mnemotecnias (sistema formado por reglas y métodos que se utilizan para recordar o aprender algo específico) recuerdan a la hepatitis E con E de embarazada. No es porque le dé sólo a las embarazadas, en realidad es la hepatitis más común, pero a las embarazadas les causa muchos problemas y es una causa de pérdida del producto o bebé. Este virus es un hepeviridae, familia que no tiene ningún virus famoso. En realidad, los hepeviridae son virus de otros animales, tanto que antes eran considerados la hepatitis de las aves. El virus de la hepatitis E, por estar en otros animales, se considera una zoonosis o enfermedad transmitida por animales. Sin embargo, la mayor ruta de infección es la misma que el de la hepatitis A, por vía fecal-oral, donde partículas de heces con el virus se consumen y transmiten la enfermedad. La hepatitis E es mucho más prevalente que la A, ya que por año infecta a 20 millones. Si la hepatitis A se siente como la muerte, la hepatitis E se siente peor. Suele ser más molesta que la A y mucho más mortal. La hepatitis E causa 55 mil muertes al año. Los síntomas de la hepatitis E son iguales a los de la hepatitis A. La única diferencia es que la hepatitis A se da en niños y la hepatitis E en adultos y es mucho más peligrosa. Esta enfermedad no tiene vacuna y el tratamiento sólo es de soporte. Sin duda, prevenir esta enfermedad es más una tarea de buen lavado de manos y alimentos para evitarla.
Hepatitis G
La hepatitis G es muchas veces la hepatitis olvidada. Es la que menos información tiene y tal vez la menos investigada. Al igual que la hepatitis C es un flaviviridae. Al igual que su hermana, la hepatitis C se transmite por compartir agujas, malas transfusiones y por transmisión sexual. Aunque causa hepatitis, a diferencia de los otros virus de la hepatitis, este virus no prefiere el hígado para vivir, sino células del sistema inmune. Aún no se conoce muy bien su rol en el cuerpo, por lo que es un tanto misteriosa la hepatitis G. Lo que se ha visto es que puede causar coinfección y acelerar el daño hepático cuando está con la hepatitis C y la hepatitis B. No tiene vacuna.
Como verás, aunque todos estos virus afectan al hígado y son llamados virus de hepatitis, todos son muy variados. Provienen de diferentes familias y sus estructuras y modos de replicación son diferentes, pero eso ya es un nivel más técnico. En el hígado los virus causan daño hepático y el sistema inmune intentando eliminar las infecciones causa más daño. Los síntomas de los diferentes virus de hepatitis son casi nulos. Tanto así que muchas veces se necesitan hacer pruebas serológicas para saber qué virus está causando problemas. Los virus de hepatitis A y E son los que más síntomas causan. La hepatitis B y C pueden pasar desapercibidas, pero con el tiempo el daño que generan causa síntomas no hepáticos, sino corporales porque la destrucción del hígado causa muchos daños en el cuerpo. Existen vacunas para los virus de la hepatitis A y B, además si no hay hepatitis B no puede haber hepatitis D, por lo que puedes considerar que hay 3 vacunas y una es 2 por 1. Las buenas medidas de higiene previenen las hepatitis de ruta fecal-oral. No compartas nunca agujas, como habrás visto, son culpables de muchas infecciones por hepatitis. A la hora de relaciones sexuales, es importante tener cuidado, y si no conoces del todo a tu pareja o tienes dudas, mejor optar por protección es lo mejor. Espero hayas aprendido bastante sobre estos malditos virus y cuides tu salud, en su mayoría son enfermedades muy prevenibles.
Las hepatitis más importantes y estudiadas son la A, la B y la C. Aquí puedes ver cuáles son las vías de contagio.
Referencias
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