El 12 de noviembre se conmemora el Día Mundial contra la Obesidad, por lo que Nanolab y Nanocare te informan sobre los factores de riesgo que aumentan la prevalencia de obesidad infantil. Aunque es importante celebrar nuestras características únicas y nuestros cuerpos, la obesidad debe tratarse para alcanzar un peso saludable, ya que esta condición afecta gravemente al organismo, causa: hipertensión, desórdenes metabólicos, cambios hormonales, aumento de riesgo de cáncer y, además, puede afectar la autoestima y la salud mental. Actualmente, la obesidad es un problema que afecta a todos los grupos poblacionales, y los niños, en especial, pueden salir altamente perjudicados, al estar en su fase de desarrollo. Descubre algunas razones que fomentan la obesidad infantil y qué puedes tú, como padre, hacer para evitar o reducir estos riesgos.
Consumir leche materna o leche en fórmula
La leche materna tiene moléculas bioactivas únicas que protegen contra la obesidad.
Desde el nacimiento, es posible modular factores de riesgo que pueden llevar a que un niño desarrolle obesidad. El primero al que los padres se enfrentan es la decisión entre dar leche materna o leche de fórmula. La leche materna tiene un factor protector contra la obesidad en comparación con la leche de fórmula. Diversos estudios han observado que los niños amamantados tienden a tener un peso más saludable. Se postula que esto sucede porque la leche materna contiene moléculas bioactivas que apoyan la formación temprana del tejido graso y el metabolismo.
La leche materna contiene tres hormonas que ayudan a regular adecuadamente los circuitos neuronales del hambre. Estas hormonas son: la leptina, que induce la sensación de saciedad; la adiponectina, que regula el metabolismo de azúcares y grasas; y la grelina, que estimula el apetito. Además, otras moléculas bioactivas presentes en la leche materna previenen la expansión del tejido graso. El factor tumoral de necrosis alfa y el factor de crecimiento epidérmico inhiben la proliferación de los adipocitos, las células encargadas de almacenar grasas. En conjunto, estas moléculas naturales favorecen el correcto desarrollo del sistema metabólico y la regulación del hambre, proceso que impactarán en el futuro.
Escoger dar biberón o pecho
Los bebés que reciben leche por medio de un biberón son más propensos a desarrollar obesidad.
La leche materna disminuye su riesgo de obesidad infantil. Sin embargo, la ruta de alimentación también importa. Los bebés que se alimentan directamente del pecho materno tienen un menor riesgo de desarrollar obesidad infantil. Se cree que los bebés tienen un mecanismo de autorregulación del hambre que ha evolucionado durante milenios. Los bebés que toman leche directamente del pecho tienen un rol activo en su alimentación desde la infancia temprana. Las mamas, especialmente el pezón y las areolas, responden a la succión de un bebé, liberando y produciendo más leche ante una mayor estimulación. Se ha observado que los bebés succionan con más fuerza cuando tienen hambre, y conforme se sacian, succionan de manera más suave y relajada. Este sistema les permite regular su ingesta calórica adecuándose a sus necesidades metabólicas.
Por otro lado, los bebés que beben leche de un biberón tienen un rol pasivo en su alimentación, ya que el biberón no se adapta a los cambios de succión. Además, la mamila también puede favorecer lo que podríamos llamar el efecto “no desperdicio”, donde los padres esperan que el bebé termine de beber lo que ellos consideran una comida completa, por lo que lo pueden forzar a consumir más alimento del que necesita. Esto puede alterar la manera en la que un individuo regula su apetito y responde a la comida. Es importante destacar, que el uso de biberón afecta negativamente a la autorregulación del apetito, independientemente de si contiene leche de fórmula o materna.
El tiempo en aparatos electrónicos y el consumo de entretenimiento
Más allá del sedentarismo, el entretenimiento que ofrecen las redes sociales es, muchas veces, un anuncio disfrazando que promociona alimentos altos en calorías.
No se puede negar que vivimos en una sociedad digital, y los niños se enfrentan a ella cada vez a edades más tempranas. Como padres, resulta difícil determinar cómo y cuándo permitir que los niños se adentren en un mundo de entretenimiento infinito. Aunque puede que ya estés culpando a los videojuegos de una vida sedentaria, es interesante notar que no siempre hay una correlación directa. Las personas que pasan tiempo en el mundo virtual no siempre tienen obesidad, ya que se ha visto en diferentes estudios que muchos realizan otras actividades físicas. Más allá del sedentarismo asociado al uso de las pantallas, actualmente una hipótesis sugiere que el riesgo de obesidad infantil está más relacionado con el tipo de contenido que los niños ven, y cómo afecta sus cerebros.
Se ha observado que el uso de pantallas estimula el apetito. Además, comer mientras nos entretenemos genera placer. Los niños que pasan más tiempo frente a una pantalla no necesariamente realizan menos ejercicio, pero sí tienden a consumir más alimentos. No solo eso, los alimentos que los niños, y también los adultos, suelen elegir mientras se entretienen con el teléfono o la televisión suelen ser altos en calorías. Estudios han observado que las personas al ver la tele eligen comida chatarra, incluso cuando tienen la opción de consumir comida saludable, como frutas o verduras.
Finalmente, diversos estudios señalan que los niños son bombardeados por comerciales de alimentos, muchas veces sin que lo parezca. En promedio, un niño ve 15 comerciales de comida al día en la televisión. Sin embargo, esta cifra palidece comparada con la cantidad de publicidad que influencers, amigos en las redes sociales, restaurantes y marcas promueven en las redes sociales bajo la apariencia de entretenimiento. Por lo tanto, más allá del tiempo frente a la pantalla, que sin duda es importante, como padres debemos preocuparnos por el tipo de contenido que ven nuestros hijos.
Las comidas en familia
Compartir comidas en familia ayuda a prevenir la obesidad. Por cada comida en familia que se hace en la semana, baja un poco el riesgo.
A menudo resulta difícil compartir comidas en familia; los diferentes horarios, el estrés y el poco tiempo complican estos momentos. Sin embargo, comer en familia ayuda a proteger contra la obesidad infantil. Se ha observado que durante las comidas familiares se eligen y preparan alimentos más saludables. Esto no solo favorece una mejor nutrición, sino que también crea un efecto espejo, en el cual los hijos imitan las decisiones alimenticias de la familia.
Además, la interacción familiar fomenta la creación de rutinas y contribuye al bienestar mental. Los niños que comen con su familia tienden a desarrollar una mejor relación con los alimentos, experimentando menos estrés al comer y seleccionando mejores nutrientes. También presentan una mayor regulación de su apetito, logrando saciedad con mayor facilidad. Un estudio indica que cada comida en familia ofrece protección contra la obesidad infantil. Sin embargo, la mayor protección se observa al tener cinco comidas familiares a la semana. Aun así, lograr compartir al menos una comida familiar es importante para prevenir la obesidad. Cabe mencionar que las salidas a restaurantes no cuentan, ya que en estos casos se eligen alimentos y cantidades diferentes.
La higiene del sueño
La mala higiene del sueño fomenta la obesidad.
Dormir adecuadamente se correlaciona con una menor prevalencia de obesidad en todos los grupos de edad. Se ha observado que los niños y adolescentes que duermen menos tienden a presentar un mayor riesgo de obesidad. Es importante considerar tanto la cantidad de sueño como el momento del día en que se duerme. Un niño o un adolescente que duerme 9 horas durante la noche presenta un menor riesgo de desarrollar obesidad, mientras que aquellos que duermen 9 horas durante el día no tienen el mismo factor de protección.
Durante la noche, se produce menos leptina, la hormona de la saciedad, y más grelina, la hormona del hambre. Este cambio hormonal favorece un mayor consumo de alimentos durante la noche. Además, desvelarse genera un aumento del hambre a la mañana siguiente, lo que puede provocar una mayor ingesta calórica. Finalmente, en las altas horas de la noche, las personas suelen elegir ver pantallas y consumir entretenimiento, lo que incrementa el apetito y el deseo de comida rápida. Para dormir bien y mantener una relación más saludable con los alimentos, es fundamental seguir una buena higiene del sueño.
Sin duda, la obesidad es una condición increíblemente compleja en la que interactúan miles de variables. En esta ocasión revisamos algunas variables que nosotros, como padres, podemos controlar. Sin embargo, también existen variables sociales, socioeconómicas, culturales, políticas, biológicas y genéticas que pueden influir en la obesidad infantil. Nanolab y Nanocare te recuerdan la importancia de llevar una dieta saludable y buscar apoyo en el personal de salud si te enfrentas a la obesidad, ya que es un problema muy complejo. En Nanolab, contamos con genetistas clínicos que pueden ayudarte con cuestiones relacionadas con la obesidad de origen genético, como el síndrome de Prader-Willi.
Referencias
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