Actualizado 16 de octubre 2023
La obesidad es un problema de salud global, una epidemia que ha ido en aumento desde hace varios años. La obesidad o la posibilidad de serlo siempre ha existido, pero con la llegada de la industrialización y el crecimiento de la urbanización se volvió un problema prevalente. Aunque la industrialización comenzó en el siglo XVIII, la Organización Mundial de la Salud (OMS) marca el inicio de la pandemia de obesidad en 1975, el mundo tardó en engordar. A partir de 1975, la obesidad mundial se ha triplicado en todo el orbe, tanto que para el 2016, alrededor de 1900 millones de adultos tenían sobrepeso y otros 650 millones eran obesos. Es claro que todos los países tienen en algún grado personas con obesidad. No obstante, hay naciones donde la epidemia de obesidad ha sido devastadora. Entre los países más afectados están Estados Unidos y México. Hoy en día, en nuestro país, el 30% de la población es obesa y se estima que para el 2050 la mitad de los hombres y el 40% de las mujeres sufran obesidad. Esto es un grave problema de salud, ya que la obesidad predispone a un gran número de enfermedades, muchas de las cuales son de difícil tratamiento. Por ello, es pertinente analizar las variables en la pandemia de la obesidad .
La obesidad se define de forma muy simple: "Es el exceso de peso para la altura, asociado a un aumento de grasa en el cuerpo". Es sencillo decir mucha grasa, pero la obesidad es más compleja por ser un problema multifactorial, el cual involucra el estilo de vida, los genes, la sociedad, la dieta y el metabolismo; incluso variables socioeconómicas y de educación tienen una correlación en esta pandemia. Todas estas variables se juntan en una compleja ecuación que da como resultado el desarrollo de la obesidad. En el cuerpo hay diferentes componentes, como azúcares, grasas o proteínas, y cada una tiene su rol en nuestro cuerpo. Lo que sí comparten es que todas se pueden transformar en energía. Las proteínas, aunque se pueden usar como energía, se utilizan principalmente para la construcción de diferentes componentes del cuerpo. Los azúcares, por otro lado, tienen la función de actuar como energía rápida para que el cuerpo la use en el momento. Mientras que las grasas son el método donde el cuerpo guarda energía para emplearla después, pero si no se utiliza nunca y solamente llega de forma continua más energía, ésta simplemente se acumula y la persona desarrolla obesidad. Por lo tanto, la obesidad es un desbalance energético del cuerpo. Sin embargo, hay más variables a revisar en esta enfermedad.
Nuestra sociedad está en constante evolución. La vida no es la misma que en 1800, ni tampoco que en 1980 o que en el 2000. Es más, cada vez es más cambiante, pero algo es seguro, la evolución social ha hecho que aspectos de la vida sean más cómodos y esto ha ayudado a que la obesidad avance. Las ciudades pasaron de tener miles a millones de habitantes. Por ejemplo, la Ciudad de México pasó de tener un millón y medio en 1940 a tener alrededor de 20 millones en en el 2019 y con ello el cómo funciona la sociedad cambió.
Las ciudades se han desarrollado como centros de obesidad porque la comida es abundante y barata. Los trabajos en las urbes, en su mayoría, no demandan gran actividad física. El transporte es basto, hoy no tienes que caminar demasiado para llegar adonde tengas que ir. El entretenimiento pasó de ser exterior a interior sin gran participación de la persona, ya que ahora el entretenimiento se consume en internet, la televisión o los videojuegos. Por otro lado, el tiempo libre se ha reducido en una economía competitiva, causando que haya menos tiempo de cocinar, favoreciendo la comida rápida. La falta de tiempo también ha ocasionado que se realice menos actividad física. Todos estos factores han causado que aumente la obesidad en las ciudades.
Ya vimos que la dieta en las urbes cambió, ahora observemos cómo es y en qué consiste ese cambio. La llegada de la comida hipercalórica es clave para el desarrollo de la obesidad. La comida hipercalórica y la comida rápida van de la mano, comer en un restaurante de comida rápida puede causar un flujo de cerca de mil calorías, la mitad de las calorías recomendadas por día. Por otro lado, la comida hipercalórica se consigue con gran facilidad gracias a su amplia distribución y es adictiva de consumir por sus altos niveles de azúcar. Este tipo de comida causa que se libere dopamina en el cerebro, que es el neurotransmisor (molécula que usa el cerebro para comunicarse) de recompensa, por lo que comer estos alimentos causa que el cuerpo se sienta bien, aunque no sea sano, es como fumar.
También utilizamos la comida de mala manera, muchas veces la usamos como un premio, ya sea para nosotros mismos o para otros. Un estudio en niños mexicanos encontró que muchas familias daban como premio por comportamiento comida hipercalórica a los niños, fortaleciendo este ciclo de recompensa, donde el cerebro aprende que cierto comportamiento le dará comida hipercalórica, que a su vez genera placer por la dopamina liberada debido al alto contenido de azúcar. Así mismo, la dieta de los padres se refleja en los hijos. Los hijos de padres obesos tienen mayor probabilidad de presentar obesidad, ya que la familia comparte los mismos alimentos. Si los padres llevan una mala dieta, los niños llevarán también una dieta deficiente. Finalmente, la falta de tiempo genera que haya menos comidas preparadas en el hogar y más comidas en la calle, las cuales suelen ser hipercalóricas, ya sea por porciones demasiado exuberantes o por tener nutrientes desbalanceados, como alto contenido en grasa o azúcar.
El estilo de vida es otro mecanismo que impacta en el peso de las personas. Antes de la industrialización, la mayoría de los trabajos necesitaban de esfuerzo físico, pero eso ha cambiado. En la actualidad, la mayoría de los trabajos son sedentarios y las personas no quieren gastar su tiempo libre en el gimnasio o haciendo ejercicio en su casa. El entretenimiento se ha vuelto pasivo y la verdad es que no puedes enojarte con el cuerpo por ser así. La mayoría de los animales buscan tener exceso de calorías para poder emplearlas en un momento necesario y los humanos no son diferentes. Un estudio encontró que la mayoría no disfruta hacer deporte y esto es porque el deporte es un tipo de estrés sobre el cuerpo. Es mucho más fácil y cómodo simplemente llevar una vida sedentaria. Por otro lado, el tiempo es crucial, si no hay tiempo para cocinar, tampoco hay tiempo para hacer ejercicio. El espacio también es importante, si no hay lugares donde realizar actividad física o es peligroso salir a practicarla, la persona simplemente decide no hacerla. Esto también nos habla de variables socioeconómicas.
Los genes y el metabolismo juegan un rol fundamental en el desarrollo de la obesidad. Hay muchos genes involucrados en la regulación del peso y el procesamiento de nutrientes. Los genes que regulan el metabolismo pueden tener variantes, lo que significa que cambian de persona a persona. Algunas variantes ayudan y hacen que el cuerpo sea mucho más eficiente, mientras que otras variantes son un tanto más flojas y hace que el metabolismo no sea idóneo. Por ejemplo, MC4R es un receptor hormonal que se encuentra en el cerebro. Este receptor controla la ingesta de energía y es un importante regulador de la saciedad. Tener una variante patológica de MC4R incrementa el riesgo de problemas de saciedad, obesidad y resistencia a la insulina, ya que la persona tiene dificultades para sentir saciedad. Por otro lado, tenemos el gen ACTN3, que se conoce como el gen de alto rendimiento deportivo. Se trata de un gen que impacta en la estructura del músculo esquelético, aquel que controlamos nosotros, por ejemplo el bíceps. Las variantes de ACTN3 se relacionan con el poder de contracción rápida de las fibras musculares, por lo que ciertas variantes benefician la capacidad contráctil. Estas personas son aptas para actividades de velocidad y potencia, por lo tanto, tienen un gran beneficio al realizar ejercicio, sobre todo el ejercicio explosivo y de fuerza. Es más fácil hacer ejercicio si tus genes y músculos te ayudan, ¿no? Como estos genes, existen muchos más que se relacionan con el rendimiento deportivo, el procesamiento de los grupos alimenticios, el metabolismo y la saciedad. En Genomen, el laboratorio de nutrición de Nanolab, se realizan pruebas genéticas para que las personas conozcan estos genes y qué variantes tienen para obtener un mejor asesoramiento nutricional, cambios en la dieta, certeza sobre qué ejercicio les conviene realizar y puedan llevar una vida mucho más sana, evitando así ser parte de la pandemia de la obesidad.
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