No consumas alcohol mientras estás embarazada o si estás intentando concebir con tu pareja. Es conocimiento que hoy a muchas mujeres les resulta obvio, algunas dirán que es conocimiento general. No obstante, ¿sabes a ciencia cierta qué produce el alcohol en un futuro bebé? Acompáñame a descubrir las consecuencias del consumo de alcohol en el embarazo. Conocerás el síndrome alcohólico fetal y descubrirás que, aunque parece algo obvio, evitar beber durante el embarazo, es un conocimiento que no lleva tanto tiempo con nosotros.
La historia del alcohol y el embarazo
No consumir alcohol durante el embarazo, hoy es una recomendación que dan los médicos, las mamás, las amigas, inclusive las etiquetas en las propias botellas, después de todo, es por ley. Sin embargo, esa gran recomendación lleva poco tiempo, ya que se anunció al público en general hasta 1977. La historia del alcohol y el embarazo es bastante vergonzosa y un tanto inmoral.
El primer texto en decirle a una mujer que no consuma bebidas alcohólicas durante su embarazo ni siquiera es un texto científico, sino la Biblia. Un golpe fuerte para la ciencia. En el Libro de los jueces, parte del Antiguo Testamento, se les avisa a las mujeres que beber causa que una navaja pase por la cabeza del bebé. Este simple pasaje muestra que se conocía que el alcohol causa problemas con el desarrollo neurológico de un niño. La ciencia, por su lado, tardó más en reconocer el problema, es más, por dos siglos se consideró el consumo de alcohol como bueno y no por una gran razón.
A partir del siglo XVIII y hasta las dos primeras décadas del siglo XIX, los científicos identificaron al alcohol como un benefactor eugenésico (procedimiento destinado al control genético- hereditario). Consumir alcohol durante el embarazo eliminaba a los bebés débiles e indeseables. Si el bebé sobrevivía, significaba que tenía buenos genes y era mejor que uno que no lo lograba. Otro ridículo para la ciencia. En la década de los 30 y hasta los años 50, los ginecólogos se negaban a aceptar que el alcohol fuese perjudicial, por el simple hecho de que se creía que la placenta era una barrera que protegía al bebé de cualquier cosa. Aunque es verdad que la placenta es una barrera, ciertas sustancias logran traspasarla y el alcohol es una de ellas. Lo peor es que en 1914 ya se había visto que el alcohol atravesaba la barrera placentaria. Sin embargo, la anestesia más barata en esas décadas era el alcohol y los ginecólogos no la querían perder. Otro oso vergonzoso para la ciencia.
Fue hasta los años 60 que comenzó el estudio de los teratógenos, que son aquellos agentes que durante el embarazo causan defectos congénitos. El estudio de los teratógenos ni siquiera comenzó por el alcohol, inició tras los nacimientos de personas expuestas a la radiación de las bombas nucleares. Faltarían todavía 10 años para que los científicos aceptaran que el alcohol, al igual que la radiación, es un teratógeno, y aun otros 7 años para que los descubrimientos se anunciarán al público general. Para qué negarlo, la ciencia hizo un trabajo desastroso con el alcohol y el embarazo. No obstante, la bioética ha mejorado para evitar desastres como éste. Puedes aprender sobre bioética aquí. Hoy, ya estamos del otro lado y el alcohol está catalogado como un teratógeno, así que veamos cómo afecta a un feto.
La ciencia la hacen humanos y tiene errores. De los mayores ridículos que han logrado los científicos es el tema del alcohol y el embarazo. No obstante, hoy se reconoce al alcohol como un agente dañino en el embarazo.
Neuronas y alcohol, cómo el alcohol evita la formación del cerebro
El alcohol afecta al cerebro, tanto si eres un feto como si eres un adulto, pero a un feto le va peor que a un adulto, más porque su cerebro está en formación. Cada paso de la formación del cerebro se ve afectada por el alcohol. Lo primero que debes saber es que el alcohol traspasa la placenta, esa barrera le da igual. Lo segundo es que el hígado de un bebé y el tuyo son bastante diferentes. Seguramente has notado que tenemos medicamentos en dosis para niños y que los pediatras hacen cuentas para sacar la dosis considerando el peso del niño. Esto es necesario porque a diferencia de un adulto, un feto, bebé o niño no tienen todas las enzimas metabolizadoras o no son aún eficientes. Posiblemente, tú tardas una hora en metabolizar una bebida alcohólica, un feto no puede o tarda demasiado y el alcohol se acumula en él.
El alcohol tiene la mala costumbre de pegarse al ADN y dañarlo; aquí comienza nuestra historia sobre el síndrome fetal alcohólico. El cerebro y el sistema nervioso son complejos y formarlos lo es todavía más. En primer lugar, el alcohol frena la neuroproliferación. Para formar al sistema nervioso debe haber muchas neuronas y para producirlas, las primeras células se deben dividir para crear nuevas. El alcohol detiene este proceso en las neuronas, así que el cerebro termina menos células de las necesarias.
Crear neuronas no lo es todo, deben llegar a su sitio de residencia; esto se llama migración. Algunas neuronas se quedan en el cerebro, otras bajan al cerebelo, algunas van hasta la médula; otros grupos se dirigen a las partes más lejanas, como la espalda baja, después de todo, si te pegas en un dedito del pie, el dedo siente dolor y para sentir necesitas neuronas, cuyas fibras nerviosas descienden desde la zona lumbar. El alcohol evita esta migración al irrumpir en el movimiento de células y en moléculas neuro atrayentes, así que algunas neuronas nunca llegan a su destino.
El cerebro logra increíbles maravillas gracias a sus células. El alcohol impide que las neuronas se formen correctamente y deja al cerebro pequeño.
Una vez que la neurona está en su hogar, debe aprender su rol. Es diferente una neurona que siente dolor, a una que siente temperatura, a una que nos hace ver o a una que nos permite el movimiento. Para especializarse en una tarea, la neurona pasa por el proceso de diferenciación. El alcohol también puede arruinar este proceso y provocar que la neurona no sepa qué hacer, por lo que no madura.
Podrías creer que una vez que las neuronas saben qué hacer se termina el proceso, pero estás equivocada. Las células trabajan en equipo y el equipo más unido es el sistema nervioso. Todas las neuronas deben poderse comunicar entre ellas. La información de “un golpe en el pie” debe poder llegar hasta arriba, al cerebro. Para comunicarse, las neuronas forman sinapsis y el proceso que las construye se conoce como sinaptogénesis. Durante este proceso las neuronas tejen la red de comunicaciones más compleja que conocemos. Sin embargo, el alcohol también puede frenar la construcción de las sinapsis. Lo peor es que las neuronas que no logran conectarse con otras neuronas deciden que son unas inútiles y se suicidan en un proceso denominado apoptosis, así que no importa si se formaron, migraron y se diferenciaron, si no se conectan, las neuronas mueren.
Todavía les falta camino a esas neuronas. Por sí solas, las neuronas son lentas para mandar información. Necesitan formar algo similar a un cable de fibra óptica para poder enviar información en microsegundos. Para lograr aquello, usan grasa. Las células de Schwann y los oligodendrocitos son células grasosas que abrazan a las neuronas en capas de grasa llamadas mielina para que la información viaje a velocidades impresionantes. Aunque esas células no son neuronas, son más que necesarias. El alcohol las puede atontar y evita que abracen a su respectiva neurona. La neurona funciona, pero es una tortuga fuera del agua. Imagina que al quemarte, en lugar de quitar la mano de inmediato, tardes un minuto en retirarla de la fuente de calor porque la neurona está mandando la información a la velocidad del internet de los años 90.
A veces es difícil visualizar las sinapsis. Observa esta imagen con microscopio, ve toda la maraña de cables de apenas un diminuto fragmento del sistema nervioso. Las neuronas deben lograr conectar entre ellas, de lo contrario son inservibles y se suicidan.
Como habrás notado, las neuronas necesitan ayuda para funcionar, es más, son de las células más mimadas, ya que cuentan con niñeras que las cuidan, las alimentan y hasta les cambian los pañales, puesto que las ayudan a procesar desechos. Los astrocitos y la microglia son células encargadas de cuidar a estas células consentidas, pero el alcohol puede distraerlas y genera que abandonen sus roles de niñera. Todas estas fallas ocurren porque el alcohol apaga genes necesarios que poseen las instrucciones para cada paso de formación del sistema nervioso. Todo esto provoca que el cerebro no se forme bien y causa el síndrome alcohólico fetal.
Síntomas del síndrome alcohólico fetal
Los síntomas de este síndrome van desde los leves hasta los severos, después de todo, no es lo mismo ingerir una copa a una botella; la dosis hace al veneno. Cualquier bebé con este síndrome tendrá discapacidad en algún grado. Veamos los síntomas de esta enfermedad.
Discapacidad intelectual.
Falta de formación del cerebro.
Falta de formación de los hemisferios cerebrales.
Hipotonía, que es debilidad muscular. Recuerda, el músculo se mueve porque las neuronas le dicen que lo haga.
Temblores
Una cara única con ojos pequeños, labio delgado, cabeza pequeña (microcefalia), nariz corta, rostro plano, mandíbula pequeña, sin surco nasolabial.
Hiperactividad
Déficit de atención.
Dificultad motora (para moverse).
Poca coordinación.
Poco juicio.
Incapacidad de abstracción.
Sin inhibición.
Extrovertido y amistoso, sin ser capaz de distinguir entre conocidos y desconocidos.
Poca capacidad de organización.
Comportamiento no acorde a la edad cronológica, por ejemplo un escolar se comportará como un preescolar.
Impulsividad
Bajo rendimiento académico.
Incapacidad de mantener un empleo.
Aquí puedes ver a una pequeña con síndrome alcohólico fetal. Notarás que su labio superior es delgado, no tiene surco nasolabial, su mandíbula es fina, sus ojos son pequeños y su nariz es plana. Estos son datos del síndrome alcohólico fetal. Recuerda, es un espectro desde leve hasta severo.
Pruebas genéticas para el síndrome alcohólico fetal
No se suelen hacer pruebas genéticas porque los genes en realidad no están mal, simplemente se apagan por el alcohol. Sin embargo, se ha investigado el uso de algunas pruebas para cromosomas que ayudan al diagnóstico de este síndrome. Un pediatra podrá diagnosticar con base en síntomas. Si tomaste, lo mejor es avisar al médico porque el bebé necesitará tratamiento acorde a su nivel de discapacidad y mientras más temprano se inicie será mejor. Nanolab y Nanocare te recomiendan no consumir bebidas alcohólicas durante el embarazo ni si estás intentando concebir. El inicio de la formación del sistema nervioso comienza en los primeros 28 días de embarazo y ten por seguro que puedes no darte cuenta de que estás embarazada. Evita el alcohol para ayudar a que tu bebé tenga el mayor número de neuronas posibles y se convierta en una persona espectacular.
Referencias
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